OBRAS COMPLETAS DE JOSE CARLOS MARIATEGUI

JOSE CARLOS MARIATEGUI

COLOMBIA

BALDOMERO SANIN CANO


JOSE CARLOS MARIATEGUI

Por B. Sanín Cano

JOSE Carlos Mariátegui pertenece ya a la categoría de los escritores universales en América. Su educación, su manera de sentir, su visión de los tiempos no es americana sino en cuanto al Continente a que pertenecemos forma parte con la mentalidad de sus mejores unidades y las aspiraciones comunes a todos sus habitantes, de la cultura predominante en los países occidentales. Lo dice clara y bellamente: «No faltan quienes me suponen un europeizante, ajeno a los hechos y a las cuestiones de mi país. Que mi obra se encargue de justificarme contra esta barata e interesada conjetura. He hecho en Europa mi mejor aprendizaje. Y creo que no hay salvación para Indo-América sin la ciencia y el pensamiento europeos u occidentales. Sarmiento, que es todavía uno de los creadores de la argentinidad, fue en su época un europeizante. No encontró mejor modo de ser argentino». Como se ve, el sentimiento de solidaridad humana no está limitado en Mariátegui por las costas peruanas y por las hitas que señalan el comienzo de otra soberanía. Con los deberes de la patria y el sentimiento dé la nacionalidad están en su formación espiritual ligados los idéales de la cultura greco-romana.

Aunque a juicio del autor ninguno dé los «siete ensayos» de que se compone su obra está acabado, la lectura de ellos deja una sensación de conjunto sobre la cual se puede en efecto construir una realidad, dijera yo más bien una idealidad peruana enhiesta y completa. A juzgar por la bella cita de Nietzsche puesta como lema de estos graves estudios, Mariátegui no tuvo en su ánimo hacer un libro con ellos. Dijo Nietzsche: «No quiero ya leer autores en quienes se perci­be la intención de hacer un libro: sino aquéllos tan sólo cuyo pensamiento se convierte inopi­nadamente en un libro. En esto se parecen las dos obras que vamos comentando.1 Tampoco ten­dría Solano la intención de formar con los di­versos artículos, conferencias y crónicas de que se compone La melancolía de la raza indígena un volumen destinado al público. Algunas de estas piezas sólo están unidas al todo por la vas­ta onda de nacionalismo que pasa sobre todas ellas. En cambio, la obra de Mariátegui tan se­mejante en muchos aspectos fundamentales a la de Solano deja una mayor impresión de uni­dad. Aunque no hubiera sido su voluntad unir estos ensayos con el hilo de oro de la unidad li­teraria y filosófica, su inteligencia y sus preocupaciones literarias y científicas hicieron de ella un hermoso cuerpo. El esquema es científico, el desempeño es artístico por la armonía que guar­dan entre sí unas partes con otras. En la sensa­ción de conjunto predomina el elemento artís­tico por las cualidades de gracia, de fuerza, de sobriedad estética, de propiedad y elegancia que caracterizan el estilo de Mariátegui. Sin duda sus lecturas predilectas han sido las obras de los críticos, los naturalistas, los expositores ingleses de economía política. Más de una vez y muy ati­nadamente cita La rama dorada (The Golden Bough) de Frazer, una de las más hermosas y penetrantes disquisiciones sobre el origen de las instituciones y las creencias humanas, obra re­comendable además por las excelencias del estilo.

La "realidad peruana" de Mariátegui abarca todos los aspectos de la vida nacional. El proble­ma indígena es apenas una parte, si bien la más considerable y original de su obra. Para el au­tor de los Siete Ensayos la, eliminación de las inquietudes provenientes de la actual condición del indio no se conseguirá de otro modo que atendiendo al aspecto económico de la vida nacional. Para él este problema es de naturaleza y de solución agraria. Su lección de esta contingencia no es la difusión de la enseñanza para sacar al indio del plano de desolaciones en que le colocó la conquista.

No adquirirá conciencia palmaria de ciudadano del Perú y de miembro de la familia humana, aunque se le instruya copiosamente, mientras la tierra que le perteneció un tiempo en común con todos sus hermanos, continúe siendo la propiedad de unos pocos y les sirva a éstos de incuestionable utensilio de dominio. Mariátegui describe la triste situación del indígena del Perú con toques en mucho semejantes a la visión que dejan las páginas de Solano. Reduciéndonos al problema colombiano cuyos coeficientes por eliminar nos son más conocidos, se nos antoja que en efecto la educación sola o combinada con la redistribución territorial no llegaría a resolverlo en Colombia. En este país el espíritu de casta, resultado del dominio continuo, desmañado, celoso, y arrogante de un partido político durante medio siglo, envuelve complicaciones y contradicciones más enmarañadas que el problema de la sujeción económica y espiritual del aborigen.

Ello es patente porque el indio educado, propietario e incorporado en Colombia a la casta regente es un ser desvinculado de su especie y adquiere, desplantándose, todas las características del blanco dominador. A veces le sobrepasa en intransigencia, en voracidad y en cinismo. Acaso en el Perú la solución agraria sea la más en consonancia con la vida nacional, en Colombia ese o cualesquiera otros expedientes que no tiendan a la supresión del espíritu de casta estableciendo la justicia y la igualdad en el acceso de todas las oportunidades naturales y políticas, serán tentativas frustraneas por más sana que sea la intención inspiradora.

Parte substancial y de grande interés para los lectores americanos en la obra de Mariátegui es el capítulo intitulado El proceso de la literatura. Una advertencia del autor acrecienta; el valor de sus juicios: «El espíritu del hombre es indivisible; y no me duelo de esta fatalidad sino, por el contrario, la reconozco como una necesidad de plenitud y coherencia. Declaro, sin escrúpulo, que traigo a la exégesis literaria todas mis pasiones e ideas políticas, aunque dado el descrédito y degeneración de este vocablo en el lenguaje corriente, debo agregar que la política en mí es filosofía y religión». En esta muestra de probidad intelectual se descubre ante todo en Mariátegui la cualidad fundamental del escritor. Sus talen- tos están enmarcados en una recia personalidad y en la actividad literaria del autor reside el carácter.


NOTAS:

1 José Carlos Mariátegui: Siete ensayos de interpreta­ción de la realidad peruana. Ed.. Minerva. Lima, 1928. y Armando Solano: La melancolía de la raza indígena Bogotá, 1929.